domingo, 24 de febrero de 2013

Cinco halagos y una crítica

Críticas, reproches y culpabilizaciones suelen imperar hacía los demás o hacia uno mismo. Existe cierta sobrecarga de estos aspectos negativos, y en cambio podemos observar que los halagos y reconocimientos se prodigan mucho menos, algo que de por sí clama por injusto tampoco suele tenerse demasiado en cuenta ya que se cae en el hábito de pensar que lo “bien hecho" es un deber y por tanto no merece ser mencionado, que el no mencionar de forma negativa significa que estamos satisfechos y caemos nuevamente en no reconocer lo “bien hecho” o pensamos que es contraproducente mencionar la buena labor de los otros por si se lo “creen demasiado”. 

Lamentablemente, las investigaciones además de demostrar lo ya sabido, recibimos menos halagos que críticas, también ha encontrado una necesidad emocional en las personas de ser recompensadas o reconocidas por lo que hacen bien. Debido a la mayor sensibilidad y desprotección hacia la crítica, los expertos recomiendan dar una crítica por cada cinco halagos, para mantener una salud mental más adecuada en los demás. 

Recibir de forma habitual críticas sin halagos tiene un precio, es el de llegar a creer que uno no vale, que no es bueno para un trabajo o para otra persona. Esto un desmoronamiento de la autoestima; donde el intento por mejorar no ve recompensa y por tanto desalienta aún más. 

Es posiblemente el peso de lo negativo, que destaca como una mancha en un fondo blanco, lo que nos lleva a sentir la necesidad de señalar lo que vemos equivocado o “mal hecho”; esta necesidad se dispara en el caso de que tengamos una posición superior o ejerzamos algún tipo de responsabilidad (familiar, laboral o social). Como ejercicio personal deberíamos tomar conciencia de nuestra capacidad de criticar y de elogiar, pensar cuántos halagos damos y cuántas críticas. Esta reflexión también podemos hacerla sobre lo que recibimos de los demás. 

En definitiva, es positivo elogiar a los demás cuando lo merecen, como es bueno saber recibir y disfrutar de un halago merecido. Lo que no es bueno es depender de los halagos de los demás, eso nos hace demasiado vulnerables al mundo exterior y acabamos haciendo lo que sea necesario para tener reconocimiento; por lo que la conciencia y el autoreconocimiento de lo que realizamos bien es necesaria para mantener una autoestima sana y fuerte, que se alimente tanto de lo que recibe del exterior como del interior.




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