Importancia de las expectativas
¿De qué manera pueden verse influidos nuestros comportamientos a partir de las creencias que tienen los demás sobre nosotros? ¿Las expectativas favorables que sobre nosotros tiene nuestro entorno pueden llevarnos a llegar más allá de lo que pensábamos? O, por el contrario, ¿cuántas veces ni lo hemos intentado o nos ha salido mal, movidos por el miedo al fracaso que otros nos han transmitido, por su falta de confianza o por su invitación a que abandonemos?
El efecto Rosenthal o Pigmalión
Uno de los más conocidos estudios sobre el efecto de las profecías autocumplidas es el que llevaron a cabo en 1968 Robert Rosenthal y Lenore Jacobson. El experimento consistió en informar a un grupo de profesores de primaria sobre los resultados destacados de un test que habían aplicado a sus alumnos (un test que en realidad no se había hecho). Los profesores fueron advertidos de que esos alumnos destacados serían los que obtendrían mejores resultados durante del curso. Ocho meses después, las notas de estos alumnos presuntamente destacados fueron mucho mejores que las del resto. ¿Qué significó esto? Sencillamente que los maestros se crearon tan alta expectativa sobre esos alumnos que actuaron a su favor. De alguna manera, los maestros convirtieron sus percepciones sobre cada alumno en una didáctica individualizada que les llevó a confirmar lo que les habían avisado que sucedería.
En pocas palabras podemos decir que el efecto Pigmalión es: la creencia que una persona tiene sobre otra, y la posterior influencia en la conducta de ambos implicados para demostrar que la creencia es cierta.
Sin duda, la predisposición a tratar a alguien de una determinada manera queda condicionada en mayor o menor grado por lo que te han contado sobre esa persona. La perspectiva de un suceso tiende a facilitar su cumplimiento. Y esto ocurre en todos los ámbitos.
En economía, un caso del cumplimiento del efecto Pigmalión se vivió con la crisis económica de 1929. Si muchas personas están convencidas de que el sistema económico se hunde, se hundirá. Incluso hablando de nuestra propia salud, el efecto Pigmalión se manifiesta en el también conocido efecto placebo: hay quien cree obtener del medicamento lo que necesita obtener cuando en realidad se trata de una pastilla sin principios activos. ¿Por qué cura entonces, en determinados casos, un caramelo inocuo? Porque el médico dice que así será; porque alguien en quien creemos asegura que nos hará bien y porque deseamos curarnos.
También en las relaciones amorosas podemos ver este efecto, en algunos casos ha bastado que el celestino en susurre al oído del interesado/a la insinuación del deseo de un tercero para que la mirada y el lenguaje del cuerpo cambien radicalmente y propicien una primera aproximación.
Las profecías tienden a realizarse cuando hay un fuerte deseo que las impulsa. Del mismo modo que el miedo puede conducir a que se produzca lo que se teme, la confianza en uno mismo, aunque sea contagiada por un tercero, puede dar el impulso necesario para conseguir lo deseado.
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